La película de Steven Spielberg que revolucionó el cine moderno debió sortear muchas dificultades para concretarse. Se triplicaron el tiempo y el presupuesto que habían estimado para rodarla. El tiburón construido, el gran villano, no se hundía cada vez que era puesto en el agua. Cómo todos esos inconvenientes cooperaron para lograr una película inolvidable.
Muchos recordarán la clásica melodía que marcaba en la película el ataque del tiburón alas personas que estaban en el mar.

El muñeco que personificaba el Tiburón, tenía grandes inconvenientes técnicos, como flotar y trabarse los comandos de control, lo que hacia que el film se atrasara por las sucesivas veces que había que repetir las escenas.
También Spielberg se vio al borde del despido en no pocos momentos. A pesar del apoyo de los productores del film, los nervios de los ejecutivos eran comprensibles: el presupuesto inicial de dos millones de dólares se cuadriplicó, dudaban de la capacidad del joven cineasta (que por entonces sólo contaba en su currículum con un exitoso telefilm, ‘El diablo sobre ruedas’, y un largometraje de poco calado, ‘Loca evasión’) y el rodaje que empezó en mayo y debía finalizar antes de acabar junio se prolongaba durante semanas y semanas, sin fecha de finalización en el horizonte. Sin embargo, Spielberg consiguió mantener su puesto y ‘Tiburón’ llegó a buen puerto. El resto, es historia.

A pesar de todos los incidentes, la película fue un éxito de taquilla y crítica. Tras una proyección increíblemente buena con público en Dallas, en marzo de 1975, Universal decidió saturar las televisiones con anuncios e invirtió 700.000 dólares. Pero Zanuck optó por un estreno de tan solo 409 cines: que la gente se moviera a ver Tiburón . Acertó apostando a la expectativa; a mediados de julio ya estaba en mil pantallas y había superado los 470 millones de dólares de taquilla, en su momento, un récord.
Guillermo Barona
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